Bestias

La bestia número uno

Me fastidia, pero estoy [casi] de acuerdo con un vocero del Partido Popular, concretamente con un tal Francisco Ricomá, portavoz adjunto de Exteriores del PP que hoy ha tenido la oportunidad de hacer frases en público y salir del anonimato, dada la ausencia en el Congreso de los Diputados de alguien más importante que él en su partido.

Este Ricomá ha aprovechado el debate por departamentos de los presupuestos generales del Estado para el año que viene para volver a la carga sobre la famosa bronca con Chávez y Ortega. “El PP ha responsabilizado al Gobierno de haber estado alimentando a la bestia”, dicen en elmundo.es, y citan esto que ha dicho Ricomá a Moratinos: “A la bestia se la alimenta y en la conciencia de cada uno debe estar el saber cuántas raciones se le han ido facilitando. Usted debe reflexionar sobre esta cuestión”.

Suscribo palabra por palabra* la frase anterior. De hecho, eso fue exactamente lo que pensé cuando, de madrugada, vi en la tele la tensa situación que acabó con el ya tristemente famoso “¿por qué no te callas?”, de Borbón.

El PSOE tiene lo que se merece. Ha alimentado, en efecto, a la bestia durante mucho tiempo, y a estas alturas la bestia está ya de muy buen año, con peor leche que nunca, y ninguna gana de hacer caso al Ejecutivo socialista. Me refiero a la patronal española CEOE, cuyos miembros -en colaboración con el detestable José María Aznar y con el Jefe del Estado español-, se dedican a hacer exactamente lo que les da la gana siempre y en todo lugar, atropellando para ello si hace falta a la verdad, la justicia, la razón y los derechos sociales e individuales de cualesquiera ciudadanos en cualquier parte del mundo. Estos mozos que viajan en jets privados exigen, increpan, dan puñetazos encima de la mesa, se cabrean, miran de soslayo a mandatarios elegidos democráticamente que no son de su absoluta y total confianza, se creen en el derecho de soltar dictámenes acerca de la marcha de las economías española y extranjeras cuando quieren y donde les parece. Y todo ello, con el visto bueno y la aquiescencia del Gobierno del PSOE, que en efecto alimenta desde 2004 a esta díscola y maleducada bestia patronal con auténtica fruición y verdadera dedicación. Y cuando digo “alimenta”, lo digo en el sentido literal de la palabra, y sé por qué lo digo.

No es la primera vez que la CEOE hace labor de zapa en contra de Zapa -permitidme el tonto juego de palabras-, como tampoco es la primera vez que Zapatero hace el ridi en público por culpa de un gesto del presidente de la CEOE, Díaz Ferrán. El Gobierno se lo busca, y se merece todos los desplantes que sufren sus representantes y los que están por venir.

Uno no debe criar un alacrán en casa y luego quejarse de que le pincha. Por muy desagradable que sea el alacrán, lo cierto es que está en su naturaleza utilizar su aguijón.

La bestia número dos

Luego está José María Aznar. Hablando de bestias bien alimentadas, sin duda este elemento es una de ellas. Yo soy partidaria de actuar contra él por la vía legal por haber cometido crímenes de guerra (como ya está haciendo la plataforma ciudadana Juicio a Aznar), o al menos de ponerle una querella por ofender el entendimiento y la inteligencia de millones de personas cuando escribe o dice cosas desagradables, carpetovetónicas, carcas, falaces, comprometedoras y/o problemáticas, verbi gratia:

Sobre el hecho de conducir y beber alcohol al mismo tiempo: “Déjame que beba tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás.”

Sobre las armas de destrucción masiva en Irak, años después de haber contribuido al genocidio del pueblo iraquí: “En Irak no había armas de destrucción masiva, yo lo sé, ahora”.

Sobre los musulmanes, en un looping islamófobo-castizo: “Ningún musulmán me ha pedido perdón por ocupar España durante ocho siglos”.

Sobre la matanza del 11 de marzo de 2004: “Los que idearon estos atentados no están en desiertos remotos ni en montañas lejanas, sean quienes sean”.

Y así, por lo que parece, hasta que el cuerpo le aguante. ¿Se trata de una bestia bien alimentada? Parece que sí. ¿Quiénes lo alimentan? Además de los poderosos amigos que hizo durante su Presidencia, sus súbditos del PP y sus simpatizantes en los colectivos ultraderechistas, básicamente. ¿Se puede considerar que no combatirlo es una manera de provocar que siga actuando como hasta ahora? Yo creo que sí. ¿Quiénes lo dejan seguir haciendo daño (digamos) por omisión? El PSOE y su entorno. ¿Merecía José María Aznar la defensa pública que tuvo que hacerle Zapatero en Santiago de Chile? Rotundamente no. ¿Podría Zapatero haberse comportado de otra manera al respecto? Dada la situación, no. ¿Es posible que Chávez no hubiera estado tan cabreado de haber observado previamente una actitud distinta del Gobierno de Zapatero hacia Aznar? Los hechos demuestran que sí. Por fin, ¿no es hora ya de decirle a José María Aznar que sus declaraciones y sus actitudes son gravemente conflictivas y que provocan problemas y enfrentamientos innecesarios? ¿Nadie en el PSOE y en el PP se atreve a hacerlo?

El otro día Gabriel Elorriaga, el secretario de Comunicación del PP, calificaba al Gobierno de “pusilánime”. Tiene razón, pero le conviene no quejarse de ello. Me gustaría ver qué haría el Partido Popular en la oposición a un presidente como Fidel Castro. Además, que para “pusilánimes” ellos: no hay día en que Aznar no ponga en evidencia la falta de liderazgo en el Partido Popular, en su ausencia.

Conclusión

Está mal que yo lo diga, pero he de hacerlo: señoras y señores del Gobierno “socialista”, hagan caso al tal Francisco Ricomá, y dejen de alimentar a la bestia. O a las bestias, para el caso. Créanme, no se lo digo por su bien: se lo digo por el nuestro.

                 

* Sé perfectamente que este menda se refiere a Hugo Chávez cuando habla de esa “bestia” alimentada presuntamente por el Gobierno de España. Pero seguro que me permitís manipular un poquito así la interpelación de este señor pepero, si sabéis que lo hago por una buena causa: el famoso consenso. O sea, por ponerme de acuerdo con el PP por una vez y aunque sea mentira.

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