El otro dÃa fuimos a ver la última pelÃcula de Sofia Coppola, “Marie Antoinette”. Me atraÃa, desde que supe de la existencia del film, la posibilidad de darle un nuevo aire a la vieja, viejÃsima idea de la reina MarÃa Antonieta con la que todos hemos andado durante tanto tiempo (en general, soy muy aficionada a ver las cosas desde puntos de vista distintos a los habituales).
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No me decepcionó en absoluto. Os advierto que es la tÃpica pelÃcula que provocará la consabida división de opiniones entre el público, pero por lo que a mà respecta (y a la amiga que me acompañó), creo que es una excelente obra.
Naturalmente, todos nos sentamos en la sala sintiendo la antipatÃa tÃpica contra los reyes de Francia Luis XVI y esposa, los reyes de la ignominia, de la injusticia, de la pobreza de los franceses. Enseguida comenzamos a olvidar el eco de las causas de la Revolución para apreciar la historia de la jovencÃsima MarÃa Antonia de Austria, alejándonos de la consabida maldad de la reina derrochona, malvada, inmoral. Después, según avanza la historia, Coppola nos hace ver cómo la molicie de la Corte de Versalles, su inconsciencia, su obsceno derroche, son los factores que transforman a MarÃa Antonia, aunque de sangre real, una adolescente al fin, en una persona perfectamente dedicada a pasar el rato en diversiones superficiales y absurdas. No sé qué demonios podrÃa hacer alguien de 15, 16, 17 años, en la Corte versallesca.
No sé si alguna vez os habéis parado a pensar que en este mundo occidental tan machista (sÃ, el resto del mundo también lo es, pero me gustarÃa centrarme en lo que me ocupa), cada vez que la desdicha de un pueblo se puede achacar a un hombre, enseguida se busca una mujer a la que acusar de tener en verdad la culpa de la maldad del hombre sobre el que tiene una presunta y fuerte ascendencia. El caso de MarÃe Antoinette de Francia fue uno de ellos, uno de los más famosos además.
Coppola nos muestra quiénes tomaban las decisiones que luego hicieron morir a la ex reina en la guillotina. Ella no fue la responsable del hambre del pueblo y de que su justa furia acabase con el antiguo régimen en Francia. Simplemente, estuvo allà para ayudar a darle el último empujón al corrupto sistema de gobierno francés.
Por lo demás, naturalmente la pelÃcula es técnicamente impoluta. La música pop de la banda sonora y los colores pastel que adornan todo el rato la pelÃcula, ayudan mucho a entender lo que quiere expresar la directora acerca de la figura de la adolescente austriaca convertida en reina de Francia a los 15 años.
Una vez más, Coppola nos brinda una pelÃcula ingeniosa e inteligente. Espero mucho de esta mujer en el futuro.
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