Cine de re-estreno

El laberinto del fauno

En muchas ocasiones me veo damnificada por los desaprensivos distribuidores de películas en los cines madrileños. Muchas veces me quedo sin ver una película en una sala, porque la han retirado antes de que yo decidiera ir a verla. Con “El laberinto del fauno” me ocurrió precisamente eso, así que cuando nominaron esta película para un premio Oscar y eso hizo que volviera a la cartelera de Madrid, agarré a mi familia y fuimos a verla, antes de que decidieran dejar de proyectarla de nuevo.

A todos nos gustó, a unos más que a otros. A mí me encantó, a pesar de que la película es durita, a ratos desagradable y a ratos desagradabilísima. Mi corazón, que por lo visto anda últimamente con riesgo de accidente cardiovascular, sufrió varios sobresaltos a lo largo del metraje, aunque en casi todas las ocasiones el director Guillermo del Toro decidió ahorrarnos el sufrimiento de ver escenas demasiado horribles. Sólo en una ocasión dejó suelta su vena gore por el guión: el momento en el que el asesino y torturador fascista se dedica a zurcidor.

Todo se sobrelleva gracias al descanso que ofrecen las ensoñaciones de la protagonista, una niña huérfana de trece años. El espectador se libera así, como lo hace la niña, de la sordidez del contexto en el que se desarrolla la historia: los primeros años de la posguerra española, la década de los cuarenta.

En la película hacen aparición estelar los héroes del maquis, supongo que cumpliendo un deseo añejo del director del Toro, que como muchos mejicanos ha crecido sintiendo simpatía por los perdedores de la guerra civil española, muchos de los cuales tuvieron que emigrar al país norteamericano.

En cuanto a las interpretaciones, Maribel Verdú y Ariadna Gil están bien, y Álex Angulo, Sergi López e Ivana Baquero están muy bien. Del resto del reparto no tengo nada [malo] que decir. El guión está bien estructurado, la historia es buena, los exteriores son magníficos, la fotografía es estupenda y los efectos especiales han recibido reconocimiento unánime en la profesión.

Supongo que casi todos la habréis visto ya, pero si no es así, os recomiendo que vayáis cuanto antes al cine.

El diablo se viste de Prada

“Y, ¿qué narices es eso de ‘Prada’?”, diga tal vez algún encantador lector. Es una empresa dedicada a la moda, en todas sus posibilidades: ropa, calzado, complementos, perfumes, etc. Sus productos son caros y su clientela es gente de vida acomodada.

Creo que el título de esta película, y de la novela que la precedió, es lo más adecuado de toda la obra: verdaderamente, en ella el diablo en versión femenina hace aparición, y desde luego lo hace exquisitamente adornada, vestida y perfumada.

                          

No os diré que es una película imprescindible, ni nada por el estilo, pero a mí me resultó entretenida, y creo que hay ciertos aspectos del guión que son ciertamente interesantes, y que pueden ofrecer un motivo de debate para personas que en su vida laboral sufran o hayan sufrido alguna situación que se asemeje con la que se cuenta en la película.

Trata de la relación laboral y personal que tienen una despótica y malvada redactora jefe de una influyente revista neoyorquina dedicada a la moda, y su joven e inexperta secretaria, una periodista recién licenciada, inteligente y con la ambición de dedicarse a escribir y ganas de trabajar en la prensa escrita. Dos personas profundamente distintas, que inician una relación de “gavilán y paloma” -como diría el Rafa de “Los dos lados de la cama”-, de víctima y verdugo, de maltratadora y maltratada. La chica resiste durante meses los embates de su despiadada jefa, a duras penas y sufriendo una transformación personal irresistible, que ocasiona problemas en su vida personal. Ni sus amigos ni su novio entienden su dedicación a este puesto de trabajo, aunque para todo el mundo resulta evidente que también tiene sus ventajas. La protagonista es víctima de las novedades del glamouroso mundo en el que se mueve, aunque no tanto como para no darse cuenta de que la maldad de sus jefes y compañeros es mucha, y es perfectamente evitable.

El guión, así visto, promete, pero tiene fallos y los fallos son gordos. En demasiadas ocasiones resulta inconsistente la conducta de la protagonista; su entorno familiar y de amistad me parecieron cargantes, aún cuando objetivamente tuvieran razón en sus posturas, lo cual no parece tener sentido; y la perversa jefa es tan repugnante que no resulta creíble que su secretaria la defienda. Eso no hay quien se lo trague.

Es una pena, porque alguien más inteligente habría hecho una película mucho más interesante. Se queda en una obra fallida, pero a pesar de todo no está mal.

Meryl Streep está muy bien, cae tan antipática como debe caer ella en persona. Y la protagonista principal, Anne Hathaway, es una chica muy guapa y que da muy bien en cámara.

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