La diferencia

Recientemente he visto dos películas que tienen sólo una cosa en común, y que por lo demás son absolutamente diferentes: se trata de “Brokeback Mountain” y de “La mala educación”. Lo que tienen en común es que en ambas se cuenta una historia de amor entre dos hombres, y también que en las dos aparecen secuencias de sexo con protagonistas también masculinos.

Eso es todo.

Por lo demás, no hay ninguna otra similitud, salvando que a mi parecer se trata de dos excelentes trabajos, cada uno en su género (una es una película romántico-dramática y la otra es un thriller algo comprometido por lo que tiene de denuncia del clero pedófilo).

Sin embargo, a nadie se le escapa que en la mente de la mayor parte de los espectadores se asocian ambos filmes junto a otros que comparten el hecho de que se trate en ellos el tema de la homosexualidad.

De éstas cosas me acuerdo cuando oigo que se critica la celebración del Día del Orgullo Gay y Lésbico. “¿Es verdaderamente necesario?”, se preguntan los escépticos, “¿no se trata de conseguir la igualdad? Entonces, ¿por qué se empeñan en diferenciarse con este tipo de actos?”

Ante este tipo de detractores suelo remitirme a los hechos. Como ocurre con el Día de la Mujer (ex Trabajadora), de lo que se trata es precisamente de denunciar que no hay igualdad. Está aún lejos el día en que el tipo de asociaciones que se hacen con las dos películas que he mencionado dejen de tener lugar, del mismo modo que nadie piensa que “El último tango en París” y “Ghost” tengan nada en común, por mucho que en ambas aparezcan escenas de sexo heterosexual.

No es que se empeñen en diferenciarse, es que son diferentes. Al menos, de momento.

Ojalá no tarde mucho en llegar el día en que ya no se celebren estos actos reivindicativos, igual que las Madres de la Plaza de Mayo han dejado de reunirse en la plaza que tantas lágrimas ha visto verter a estas valientes mujeres.

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