Inmundo, de verdad

Ayer leíamos los periódicos españoles mientras regresábamos a Madrid de nuestras vacaciones, para interesarnos por si había ocurrido algo digno de mención en nuestra ausencia, pero sobre todo para hacer más llevadero el vuelo de vuelta. (Por cierto, que hoy estoy verdaderamente liada, pero mañana espero tener tiempo para contaros mis impresiones de Nápoles y las localidades aledañas que hemos podido visitar estos días; los viajes por placer son el único lujo que tenemos, porque es también el único que nos hace falta: por fortuna podemos permitírnoslos de vez en cuando.)

A mí me tocó agarrar El Mundo y a Ángel El País. No nos da particularmente más vergüenza que nos vean leyendo uno que otro, así que más o menos nos daba lo mismo leer cualquiera de los dos. Eso, en principio. Sin embargo, al comentar las barbaridades y las burdas mentiras de El Mundo, constantes y presentes en prácticamente todas las páginas del diario, cualquiera se da cuenta de que 1) en esa redacción no queda nadie que sepa escribir en buen castellano; y 2) la mentira ha hecho que el periódico haya degenerado tanto que resulta complicado leer lo que contiene sin hacer gestos de disgusto cada dos por tres.

Es un panfleto infecto, carente de calidad periodística en prácticamente la totalidad de lo que publica.

Hace falta ser un degenerado de aúpa para comulgar con la porquería que intentan hacer pasar por noticias y la basura que defienden como opiniones. De ahí sólo se puede pasar a votar al Partido Popular o a matar al padre de uno/a.

Ignoro qué diferencia a El Mundo de La Razón. (No tengo estómago para saber qué se esconde detrás de una portada llena de letras de cuerpo disparatado, que parece que busque que cualquier ser humano que se acerque a un quiosco lea, lo quiera o no, la guarrería que esté escrita en ese nauseabundo invento periodístico.) No sé si es peor o mejor que el difunto Alcázar. Me da igual.

Lo que sí sé es que es un refugio digno de Joméinez Losantos y de otros de parecida catadura.