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¡Un domingo!

Ayer decidimos salir a comer fuera: fuimos a un restaurante ruso en la calle Yeseros, al lado del viaducto de Bailén. Lo pasamos bien y nos gustó el sitio y la comida, así que llenos de buen humor fuimos a la plaza de Oriente a tomar algo, en una de cuyas terrazas han instalado chorritos de vapor de agua, lo que hace la estancia allí algo verdaderamente delicioso. Después paseamos por Arenal, ahora peatonal, por la plaza Mayor y por la carrera de San Jerónimo. Allí decidimos parar y entrar en la Fontana de Oro para tomar algo y refrescarnos.

Dentro nos esperaba Rafa Nadal en una pantalla de televisión enorme. Su partido contra Federer se encontraba en esos momentos en el emocionante tercer set que el suizo logró ganar, para luego remontar completamente.

Llevábamos ya un buen rato viendo el partido, cuando se puso a llover en Londres. Ante la suspensión del juego, decidimos irnos a otro lado, ¡qué se va a hacer! Nunca se sabe qué pasará con la lluvia londinense: como viene, se va, ¿pero cuándo?

Así que fuimos a “Las Bravas” a tomar una tortilla con salsa, y luego a “El Abuelo” a tomar un par de raciones de gambas acompañadas de unas cañas de cerveza. Salíamos de allí en dirección hacia nuestra casa, cuando en un bar cercano vemos que el partido está terminando, y Rafael Nadal tenía una match ball. Le costó, pero consiguió el trofeo de Wimbledon.

Qué grandes jugadores, los dos. Qué partidazo.

Y con eso sí que nos fuimos ya hacia casa. Hicimos bromas sobre Rajoy: “verás como mañana dice que él es como Nadal, que le ha costado hacerse con el partido, pero al final ha obtenido lo que quería”, y sobre Zapatero: “Seguro que dice que juega así de bien al tenis porque España es un país cada día mejor”. ¿A que son capaces?

Y con este post, se termina el hablar de fútbol por ahora

Además, en realidad no voy a hablar de fútbol, con lo cual los perjuicios son mínimos. No sé si os habéis enterado de que la selección española de fútbol ha ganado la Eurocopa de Austria y Suiza que acaba de terminar. Ayer llegaron los futbolistas con su copa a Madrid, donde los esperaban muchísimas personas en éxtasis, con ganas de celebrar el trofeo, como si lo hubieran ganado ellos. Ya sabéis cómo son estas cosas: siempre es así, en todas partes del mundo. En fin: los jugadores hicieron bromas, dedicaron la copa al respetable público, mantearon al entrenador, y Manolo Escobar cantó una vetusta canción suya llamada “Que viva España“. Seguro que todo eso fue del agrado de las personas que estaban allí: todos parecían pasárselo muy bien. Bueno: cada uno se divierte como quiere.

Pero a mí me atacó una vez más la melancolía: es evidente que en este país de países hay un grave problema de convivencia entre culturas y nacionalidades.

El Parlamento Vasco acaba de aprobar una resolución para convocar un referéndum con el que consultar a la ciudadanía vasca en qué dirección ir para acabar con el terrorismo local y también si los vascos -y las vascas- están dispuestos a intentar la independencia del resto de España. A mí no me parece grave. De hecho, me parece bien: ojalá todos los gobiernos, incluido el vasco en otros menesteres, nos preguntasen a los votantes qué nos parece esto o lo otro, antes de hacer nada. Pues bien: el Gobierno de Madrid y el partido más votado tras el PSOE están de acuerdo en que no puede ser eso, de ninguna de las maneras. No hay nada que hacer: es no y no, y punto.

Y así siempre, constantemente.

Luego tenemos el otro sentido de la guerra: por ejemplo, si en Euskadi ibas durante la Eurocopa con la selección española más te valía ir a celebrarlo en tu casa o en las calles de Ermua, donde sí ha habido jolgorio popular, porque en general no está bien visto que te pasees por las calles de muchos municipios vascos con una bandera española. Y a otros niveles también hay forcejeo, como es lógico, desde Euskadi hacia Madrid. Lo que pasa es que el Gobierno central es mucho más poderoso.

En Madrid pasa lo mismo, pero al revés. Ayer, por ejemplo, Sergio Ramos llevaba una bandera de Andalucía sobre los hombros (no la de España), y Villa una bandera asturiana (no la española). Si hubiera querido, tal vez sí, ¿habría podido Xabi Alonso llevar una ikurriña? ¿O Puyol una senyera? Creo que no.

¿Por qué?

Porque ayer estos chicos eran españoles, no catalanes o vascos. Son nacionalismos excluyentes: o se es catalanista, galleguista, abertzale, o se es españolista. Mi opción personal es no ser nacionalista en absoluto, pero, ¿no es evidente que este conflicto entre nacionalismos es problemático y preocupante?

Adenda: He procurado sortear este festival de idioteces que ha sido la retransmisión de la final y de la llegada de la selección a Madrid, en el que tantas chorradas he tenido que escuchar en los diversos canales que han cubierto la fazaña, inventándome una competición, a ver quién decía la bobada mayor o la salvajada más desagradable. Pues bien: tenemos un ganador. Se trata de María Escario, que ayer hablaba en directo para TVE con un comentarista, reportero o similar, que contaba que no sólo había madrileños en las calles, “también hay colombianos, ecuatorianos, peruanos, gente de todas las nacionalidades que viven en Madrid”. Ojo a la pregunta inmediata de Escario: “Por cierto, ¿has echado en falta algo del bolsillo?” No tengo palabras.

Réditos futbolísticos (segunda parte)

A Zapatero se le ha ido la pinza. Al ser interrogado ayer por el reportero de Cuatro acerca de qué le parecía la selección española, va el tío y contesta que encuentra que es un espléndido equipo, y “reflejo de cómo es ahora la sociedad española en general”.

Increíble, qué descaro. ¿Seremos tan imbéciles como él cree o el imbécil es él? Misterio.

El olor de multitudes

Esta mañana venía yo a la oficina sin tener verdadera conciencia de lo que pocas horas antes había ocurrido por aquí. Alguna vez os he dicho que trabajo en el Paseo de la Castellana, al lado de la plaza de Colón (ésa que en la Cuatro se han empeñado en llamar ahora “plaza roja”, sin tener en cuenta que en Madrid ya hay una plaza Roja, la de la estación de Atocha). Pues bien: la jauría de bestiajos que ha andado esta noche por aquí ha dejado esto como si hubiera habido una epidemia masiva de gastroenteritis aguda con episodios de delirios agresivos. He sentido náuseas al recorrer los cien metros que separan la parada de autobús en la que me bajo y la puerta de la oficina. Además de contemplar cómo el suelo estaba aún más sucio de lo habitual, cosa que ya me da bastante asco, he tenido que someter a mi nariz a todo tipo de hedores repugnantes: esta calle ha sido durante las últimas horas una especie de urinario gigante.

Respecto a estas tarde y noche, me temo lo peor: a pesar de los esfuerzos de los (mal pagados) barrenderos, no es posible que se limpie toda esta inmundicia a tiempo de que vuelvan otra vez las hordas de meones forofos a hacer de las suyas por aquí. Así que mañana procuraré esquivar el olor. Ya sabéis: el olor de multitudes.

Ahora sé de qué hablan los que emplean esta expresión en la tele: no es, como creíamos, un gazapo, qué va. Es una forma la mar de adecuada de explicar qué se van a encontrar los futbolistas de la selección esta tarde: tufo a pis, vomitonas y sudor.

Qué manera de celebrar las cosas tan desmesurada y antihigiénica. Qué asco, en serio.

Los réditos futbolísticos

Todos quieren sacar algo del espléndido fútbol de la selección española, y de su pase a la final de la Eurocopa.

Zapatero y su Gobierno no tienen que hablar de la crisis por lo menos hasta el lunes, y para entonces el presidente ya estará fuera de España. Negocio redondo.

Especulanza Aguirre, por su parte, ha decidido contraprogramar a su odiado Gallardón y a su detestada cadena televisiva “Cuatro”, abriendo las puertas del -privatizado por ella- Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, a ver si por ahí saca alguna simpatía, que últimamente se le está viendo mucho el plumero.

La Casa Real aprovecha como suele para caer bien a los seguidores de la selección. Ayer un reportero de Cuatro le dijo al Príncipe, acerca de las carantoñas que se daba el Heredero con su señora para celebrar los goles españoles: “Qué humano todo, ¿no?” ¡En serio! ¡Lo dijo!

Y luego están los nacionalistas no españolistas que ostentosamente presumen de no ir con España. Pues mira qué bien.

Y los que presumen de ir con España, como Rajoy, para crecer en españolismo. Qué bochorno.

Bué. A mí plin, todos estos. Yo voy con España, así que espero que la selección gane el domingo a la alemana. Pero no me voy a pintar la cara ni voy a sacar banderas a la ventana. Veré el partido en casa, con unas cervezas y la conciencia de que al día siguiente hay que levantarse para ir a currar, como casi todos los lunes. Y paso de forofos: de los que están a favor, y de los que están en contra. No quiero ni verlos.

Que no es más que un juego, un espectáculo, por favor. Seamos razonables y disfrutemos de la final, vayamos con quienes vayamos, si es que nos gusta el fútbol. Y ya está, y aquí paz y después gloria.