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Entre dos edades

Supongo que será la cada vez mayor cercanía a mis cuarenta años, pero últimamente le estoy dando vueltas a cómo se ven las cosas conforme pasan los años y se va dejando una edad adulta (la juventud, la madurez) para entrar en otra (la madurez, la vejez). Son lentas transiciones que conducen a las personas a convertirse en alguien por lo general ligeramente distinto a quien era antes, y a veces en alguien muy o radicalmente diferente a su “yo” anterior.

Estos días tengo puesto al gran Charles Aznavour aquí a la derecha, cantando a los cuarenta y tantos años su bellísimo éxito “La Bohème“. Comienza por decir que va a hablar de algo que “los menores de veinte años no pueden conocer”: todos sabemos lo que eso implica. Los cuarentones tienden a compensar su incipiente falta de juventud dejando fuera de sus recuerdos -que procuran que sean maravillosos- a la gente más joven.

Otro Aznavour, en una performance en directo de la misma canción, treinta años más tarde, parece que mira sobre sí cuando se las daba de maduro-con-un-pasado, y me parece que se ríe de sí mismo un poco. No canta la canción con tanto convencimiento, sino más bien con el afable sentimiento del que sí ha vivido muchas cosas que los menores de cincuenta no han podido conocer, y que ya no le ve la gracia a eso.

Antonio López habla, en una entrevista publicada hoy en elpais.com, de los cambios que se producían en las obras de algunos grandes pintores, como Velázquez -a quien indisimuladamente López admira sobre todas las cosas-. Dice López, y tiene razón, que el cambio entre los primeros cuadros del maestro sevillano, casi siniestros de puro oscuros, y el despliegue de luz de “Las hilanderas”, es enorme. Se pregunta por qué no se habla de las etapas en la pintura de Velázquez como se habla de las etapas en la obra de, por ejemplo, Picasso. Concluye que las del barroco son más sutiles, y además involuntarias, y que se deben al imparable paso del tiempo sobre la obra de un genio, una persona talentosa que no pudo evitar mejorar y renovar su manera de pintar.

Decía Jacques Brel que pasase lo que pasase en su vida él siempre recordaría los días en los que se llamaba “Jacky”. Seguro que eso fue verdad incluso en sus años en la Polinesia Francesa, donde enterraron sus restos -al lado de los del gran Gauguin-, y en donde entretenía su tiempo pilotando una avioneta que siempre estaba a disposición del que la necesitase. Siempre fue “Jacky”, pero también fue al tiempo Brel, el grande, el que cada día componía mejor y cada vez era mejor persona y mejor músico.

Hay muchos otros casos interesantes que me están ayudando a superar este pequeño trance entre dos edades. También hay casos tristes de personas que se han convertido, en su madurez o en su vejez, en gentes mucho peores de lo que fueron, y que además olvidan u olvidaron los días en que los demás los conocían por un diminutivo de su nombre.

Pero de esos más vale olvidarse, en general. Me da miedo convertirme en uno de ellos.

De vez en cuando la vida

Hoy me he levantado mal. No con un disgusto grave, sino con una tristeza pequeña, de ésas que te llegan al alma, te hacen saltar las lágrimas y te dejan una mácula en el ánimo. He salido a la calle, a encontrarme conmigo misma, a pensar y a respirar hondo. No quería mirar a nadie, ni molestar a nadie, ni hablar con nadie. Tampoco me gustaba nadie. Lo mejor habría sido estar absolutamente sola, pero me he conformado por andar por lugares tranquilos.

En éstas, me ha llegado un rayo de esperanza. Hay una mujer que pide dinero de rodillas, en una de las esquinas entre Ayala y Alcalá. Otra bondadosa mujer se le ha acercado y le ha dado una bolsa llena de tarteras con comida preparada. También le ha dado un beso. Casi me hace llorar, pero de alegría.

Cómo son las cosas, ¿no?

Los Barbapapás

¿Os acordáis de los Barbapapás?:

Yo sí. Recuerdo que era mi serie favorita de dibujos animados de la tele (debía tener yo 8 ó 9 años, puede que menos aún), pero la echaban por el UHF los sábados, y la emisión coincidía con algo que querían ver mis hermanos mayores. Muy raramente podía ver las aventuras de estos seres amorfos y transformables, llenos de cariño y de alegría, en nuestra pequeña tele en blanco y negro.

Ahora me entero de que la emiten en la emisora Nick(le Odeon), a las 8 de la mañana. Uno de estos días me quedaré en casa para verla.

Qué ilusión me ha hecho ver estos bichos a colores, a mis treinta y muchos años.

Encuesta de El Portal de Belén

Queridos amigos,

En este cuaderno de bitácora no queríamos ser menos que los tebeos diarios impresos, así que por una vez no hemos reparado en gastos: hemos contratado a la prestigiosa consultora ESTIGMA DOS para que haga una encuesta sobre la opinión de los visitantes de esta web respecto a qué ocurrirá en España después del 9 de marzo (¿no recordáis haber sido preguntados? No es grave, eso se arregla comiendo fósforo y rabos de pasa).

Los resultados son los siguientes:

  • El 98% de los entrevistados creen que la Iglesia católica seguirá recibiendo subvenciones. El 2% restante no entienden el castellano.
  • El 65% de los entrevistados creen que la mayor parte de lo que se ve en la televisión de España seguirá siendo una mierda. Al 35% restante les gusta todo lo que ponen, ¿qué pasa?
  • El 85% de los entrevistados creen que seguirán sin llegar a fin de mes. El 15% restante no se habla con el servicio.
  • El 75% de los entrevistados creen que seguirá habiendo lista de espera para operarse en la Seguridad Social. El 25% restante se pagará, en caso de necesitarlo, su clínica Ruber, Montepríncipe o similar.
  • El 90% de los entrevistados con curro creen que tendrán que seguir yendo. El 10% restante no quiere dar pistas de su paradero.
  • El 85% de los entrevistados creen que se ilegalizarán aún más partidos abertzales de izquierda en el País Vasco. El 15% restante no sabe qué es un partido abertzale, ni le importa.
  • El 40% de los entrevistados creen que el Madrid ganará la liga. En el 60% restante hay división de opiniones.
  • El 95% de los entrevistados creen que Fernando Alonso seguirá siendo un antipático y un pagado de sí mismo. El 5% restante se compone de ovetenses aficionados a la fórmula uno.

Podríamos haber preguntado más cosas, pero se nos ha echado el tiempo encima, así que esto es lo que hay, que no es poco. Bueno, por lo menos es gratis.

Papá haciendo el canelo

Mi padre murió hace casi seis años. En sus últimos años de vida estaba enfermo y muy desanimado, se convirtió en un ancianito, el pobre. Antes de eso a veces tenía días divertidos, como en el que le tomé esta foto (el original debe tener lo menos quince años, si no más):

                                                      

Improductividad

“No a la tos improductiva”, dice un anuncio de jarabe antitusivo colocado en el escaparate de la farmacia de la esquina. Ángel finge enojarse: “joer con los neo-cons, hasta la tos tiene que ser productiva, seguro que les parece una vergüenza que toser sin más ni más no incremente el IPC”.

Ahora me figuro a Manolo, explicando que no es posible que la tos sea improductiva desde el punto de vista energético.

Sí, amigos, así son las cosas en nuestro bonito mundo de locos.

Un fin de semana bien aprovechado

Este fin de semana, además de lo habitual (limpiar la casa, descansar, hacer el vago, ver la tele, hacer la compra, etc.), hemos tenido un par de actividades destacables.

El sábado fuimos a ver la peli de los Coen, “No Country For Old Men“. Es una estupenda película en general, aunque desde mi punto de vista le sobra su buena media hora de metraje (y personalmente sé en qué trozos metería la tijera). Hay escenas algo “gore”, que no son de mi gusto -me pasa casi siempre con estos chicos-, y no acabo de ver simpático a ningún personaje, salvo tal vez al casi viejo sheriff (Tommy Lee Jones), desencantado, depre y aburrido. Lo de Bardem es increíble. Es un actor perfeccionista, de ésos que le echan horas al personaje, y se nota. Lo ha bordado. Me gustó, me pareció cine inteligente, tal vez demasiado salvaje, pero bien pensado y bien terminado.

El domingo nos plantamos a las 10 de la mañana en el museo Thyssen-Bornemisza, con las entradas ya compradas de antemano para ver la exposición sobre Amedeo Modigliani y su tiempo. Aquí tenéis al artista, fotografiado en 1918 (¿a que parece un chico de los 60?):

La primera parte de esta exposición es magnífica (la segunda parte está en la Fundación Cajamadrid, en la plaza de San Martín, y la entrada es libre): han traído bastantes cuadros del pintor italiano -toscano-, y muchas obras de pintores amigos y maestros del maestro. Resulta muy entretenida y muy agradable.

Como además salimos pronto del museo, pudimos ir a desayunar al sol, en una terraza de la plaza de Santa Ana. Madrid a veces es una delicia.

Una magnífica oportunidad

Conversación mantenida a través del portero automático de mi casa el sábado pasado, a las 11 de la mañana:

(Piiiiiii, piiiiiiii)
- ¿Sí?
- (Voz femenina con acento americano) Buenos días, señora, estamos visitando las casas del barrio para ofrecer textos bíblicos y comentarlos con ustedes.
- Ah, no, no, gracias, gracias pero no.
- No tiene que comprar nada, señora, puede usted comentar su propia Biblia.
- No quiero, gracias, no tengo interés en comentar la Biblia.
- ¿A usted no le interesa la Biblia?
- (Voz triunfal y agradecida) ¡NO, en lo más mínimo! Muchas gracias, adiós.
- Adiós, buenos días.

Gracias, buena mujer del sábado por la mañana, por darme esta magnífica oportunidad de contestar a su espléndida pregunta.

Un poco de poesía canalla

He aquí un tremendo -por lo bueno, lo duro, lo sentido y lo agudo- poema de Pessoa, que traduce Rafael Reig (quien por cierto afirma que intenta “sin mucho éxito” que lo llamen “Rafael, no Rafa”, lo que imagino que será cierto, aunque no lo conozco) en su blog de verdad:

Poema en linha reta

Nunca conheci quem tivesse levado porrada.
Todos os meus conhecidos têm sido campeões em tudo.
E eu, tantas vezes reles, tantas vezes porco, tantas vezes vil,
Eu tantas vezes irrespondivelmente parasita,
Indesculpavelmente sujo,
Eu, que tantas vezes não tenho tido paciência para tomar banho,
Eu, que tantas vezes tenho sido ridículo, absurdo,
Que tenho enrolado os pés publicamente nos tapetes das etiquetas,
Que tenho sido grotesco, mesquinho, submisso e arrogante,
Que tenho sofrido enxovalhos e calado,
Que quando não tenho calado, tenho sido mais ridículo ainda;
Eu, que tenho sido cômico às criadas de hotel,
Eu, que tenho sentido o piscar de olhos dos moços de fretes,
Eu, que tenho feito vergonhas financeiras, pedido emprestado sem pagar,
Eu, que, quando a hora do soco surgiu, me tenho agachado
Para fora da possibilidade do soco;
Eu, que tenho sofrido a angústia das pequenas coisas ridículas,
Eu verifico que não tenho par nisto tudo neste mundo.
Toda a gente que eu conheço e que fala comigo
Nunca teve um ato ridículo, nunca sofreu enxovalho,
Nunca foi senão príncipe - todos eles príncipes - na vida…
Quem me dera ouvir de alguém a voz humana
Que confessasse não um pecado, mas uma infâmia;
Que contasse, não uma violência, mas uma cobardia!
Não, são todos o Ideal, se os oiço e me falam.
Quem há neste largo mundo que me confesse que uma vez foi vil?
Ó príncipes, meus irmãos,
Arre, estou farto de semideuses!
Onde é que há gente no mundo?
Então sou só eu que é vil e errôneo nesta terra?
Poderão as mulheres não os terem amado,
Podem ter sido traídos - mas ridículos nunca!
E eu, que tenho sido ridículo sem ter sido traído,
Como posso eu falar com os meus superiores sem titubear?
Eu, que venho sido vil, literalmente vil,
Vil no sentido mesquinho e infame da vileza

Ésta es la traducción de Reig al castellano

Poema en línea recta

Nunca conocí a nadie que se hubiese llevado dos hostias.
Todos mis conocidos son campeones de todo.
Y yo, tantas veces ruin, tantas veces guarro, tantas veces vil.
Yo tantas veces incontestablemente parásito.
Inexcusablemente sucio,
Yo, que tantas veces no he tenido paciencia para bañarme,
Yo, que tantas veces he sido ridículo, absurdo,
Que he metido los pies en público bajo alfombras de lujo,
Que he sido grotesco, mezquino, sumiso y arrogante,
Que he sufrido humillaciones y he callado,
Que, cuando no he callado, he sido más ridículo aún.
Yo, que les he parecido cómico a las criadas de hotel,
Yo, que he visto cómo se guiñaban el ojo los botones al verme,
Yo, que he cometido vergüenzas financieras,
he pedido prestado y no he pagado,
Yo, que cuando llegó la hora del golpe, me he agachado,
para ponerme fuera de su alcance;
Yo, que he sufrido la angustia de las pequeñas cosas ridículas,
Yo certifico que en esto no hay nadie semejante a mí en todo el mundo.
Entre toda la gente que conozco y que habla conmigo,
nadie hizo nunca el ridículo, nadie sufrió una humillación,
nunca han sido más que príncipes -todos ellos príncipes- en la vida.
¿Quién me dejará oír de una voz humana?
¿Quién confesará, no un pecado, sino una infamia?
¿Quién contara, no una violencia, sino una cobardía?
No, son todos el ideal, cuando los oigo y me hablan.
¿Quién hay en este mundo que me confiese que una vez fue vil,
oh, príncipes, mis hermanos?
¡Joder, estoy harto de semidioses!
¿Dónde hay gente en este mundo?
¿Acaso soy yo el único vil y erróneo sobre la tierra?
Las mujeres podrán no haberlos querido,
podrán haber sido traicionados, ¡pero ridículos nunca!
Y yo, que he sido ridículo sin haber sido traicionado,
¿cómo me atrevo a hablar con mis superiores sin titubear?
Yo, que he sido vil, literalmente vil,
vil en el sentido mezquino e infame de la vileza.

Déjame callarme

Margarita, la madre de Ángel (mi chico), tiene un montón de expresiones divertidas, que nosotros no sabemos de dónde ha sacado, y que acompañan muy bien a su suave acento dominicano. Con un chorro de voz que hace juego con su carácter dice, por ejemplo, que “nos hemos dado la perdida del hijo de Lindbergh“, que ha dedicado “muchísimas horas-nalga a tal trabajo” (esta unidad de medida admite variantes, como las “horas-parque” para criar niños), que tal persona “dice muchísimos disparates” (ésta le encanta repetirla a Ángel), o que sus hijos mayores se van a “quedar jamones” (sin novia). La mejor, de todas maneras, considero que es una expresión que a ella no debe parecerle siquiera ingeniosa: “déjame callarme”. Es la manera dominicana de decir “voy a callarme”, pero a mí me resulta mucho más gracioso decirlo así.

Margarita dice “déjame callarme” cuando se da cuenta de que su opinión acerca de lo que se está hablando conviene guardarla para mejor ocasión, porque -por lo que sea- decir lo que está pensando podría resultar conflictivo.

Yo uso mucho esta expresión -y la popularizo además por aquí-, sobre todo cuando se me insta a hablar mal, muy mal o pésimamente, de alguna persona con particular mala leche y posibilidades de hacerme daño serio en cosas importantes (el curro, básicamente), si se enterase de que ando por ahí “opinándome encima”, como dice Riki López.

“Déjame callarme”, digo cuando alguien quiere que me busque la perdición agrediendo verbalmente a un embajador, un consejero comercial, o un asesor de ministro o similar. “Déjame callarme”, digo también cuando no sirve de nada seguir quejándose. “Déjame callarme”, contesto cuando se me preguntan cosas comprometidas o sobre las que me dé vergüenza hablar. Y digo también “déjame callarme” cuando alguien detestable está pidiendo a gritos que le diga, a la cara, lo que pienso de su comportamiento, pero consigo controlarme y no hacerlo.

Sin embargo, me parece que últimamente estoy abusando del prudente y cobarde silencio selectivo. Por culpa de aquello que me pasó he desarrollado una semi-fobia a criticar a determinadas personas (ya sabéis que hay experiencias tan desagradables que con un solo ensayo ya producen en el sujeto una respuesta aversiva), tengo miedo a que me caigan más palos o a alguien le dé por hacerme la vida imposible. Pues eso, que tengo miedo. Y me da una rabia que no veas, y además me pregunto si esto será así para siempre o para mucho tiempo, y le doy vueltas y más vueltas, y pienso en que esto no puede ser. Por otro lado, recuerdo lo que me costó dar mi sincera opinión acerca de algo que yo creía que no hacía mal a ninguna persona que yo quisiera, y me estremezco. Literalmente.

¿Superaré el miedecito, no lo superaré? Seguiremos informando.

De momento, déjame callarme.