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Premio al “facha llorón” de la semana

Esta semana, nuestro distinguido galardón ha recaído en este estafermo:

Se llama Alfonso Bullón. Es el rector de la Universidad San Pablo CEU, un quilombo católico fundado por la Asociación Católica de Propagandistas (un contubernio reaccionario creado en los años de la Segunda República ya os podéis imaginar con qué fines).

Pues bien, a este señorito le parece que hay que colocar ¡placas en las cárceles madrileñas! para recordar a los ¡¡presos nacionales!! que presuntamente estuvieron allí durante la Guerra Civil, y se lamenta de que “el bando franquista sea un sector tan olvidado“.

¿Será tonto, desinformado -recuerdo que es un rector universitario-, o simplemente un sinvergüenza sin escrúpulos?

Sergio Algora, un músico

El otro día alguien me preguntó que quién era “el de arriba”. No le entendí. Luego supuse que se refería al cabecero de este blog, que en efecto, está “arriba”.

Pues los de arriba son éstos: Georges Brassens, el gato Bucky, The Who, The Beatles, Jacques Brel y mi Jazzy. Gatos y grandes músicos. De lo mejorcito de este valle de lágrimas.

Hoy, cuando se celebra The Beatles’ Day en Liverpool, me he enterado de la muerte de Sergio Algora, un músico y escritor nacido el mismo año en que nací yo.

Yo recordaba su música, sobre todo en su etapa de El Niño Gusano: hacían pop divertido y con miga, aunque no exactamente la música que a mí me gusta oír. No sabía nada de sus escritos. Hoy he leído algunos, y me han parecido interesantes, incluso buenos. Parece que Sergio tenía muchas cosas que contar, y aún estaba en ello. (¿Acaso no lo estoy yo?) Además, tenía muchas personas que lo querían, lo cual siempre supone una gran pérdida.

Para Sergio, en este día de los Beatles, dejo en la página el “Get Back” en el terrado de la Apple (interpretado en nuestro año de nacimiento), y su mayor éxito, “Pon tu mente al sol“. Un abrazo para los que lloráis.

A San Fermín venimos

Con la fiesta grande de Pamplona tengo un problema: me atrae y me horroriza, me causa espanto y devoción. Es como enamorarse de un mal hombre cuya mezquindad te hace daño, pero produce una irrestible atracción hacia sí. A mí eso no me pasa, ¡gracias a Ganesha!, pero con los sanfermines sí.

De toda la vida, además. Soy antitaurina absolutamente, y siempre lo he sido. Creo que las corridas de toros son repugnantes muestras de crueldad, espectáculos execrables que no veo el momento en que se prohíban. Eso implicaría sin duda que los sanfermines me parecieran también y enteramente algo indeseable.

No es así, sin embargo, o no totalmente. Es cierto que unos animales que se asustan porque hay dos pastores detrás con unos palos, y que se echan a correr sin poder evitarlo, no son peligrosos en absoluto, si uno no se empeña en que lo sean. Es verdad que no es agradable pensar en que los toros corren por las calles porque tienen miedo y quieren protegerse de toda esa turba que les grita y les golpea. Y por supuesto es horrible que esos pobres bichos acaben su vida siendo torturados en público mientras un montón de personas sin escrúpulos jalean a los asesinos.

Pero me gusta el rollo pamplonica, todo eso de los cánticos, los chupinazos, etc. No lo puedo evitar, lo confieso, es así.

De hecho, esta mañana he oído la retransmisión del encierro mientras venía al trabajo, y a poco suelto una lágrima cuando he oído a los mozos cantarle a San Fermín. ¿Tendré una pamplonesa dentro? ¿O lo que tengo es una guiri?

¡Un domingo!

Ayer decidimos salir a comer fuera: fuimos a un restaurante ruso en la calle Yeseros, al lado del viaducto de Bailén. Lo pasamos bien y nos gustó el sitio y la comida, así que llenos de buen humor fuimos a la plaza de Oriente a tomar algo, en una de cuyas terrazas han instalado chorritos de vapor de agua, lo que hace la estancia allí algo verdaderamente delicioso. Después paseamos por Arenal, ahora peatonal, por la plaza Mayor y por la carrera de San Jerónimo. Allí decidimos parar y entrar en la Fontana de Oro para tomar algo y refrescarnos.

Dentro nos esperaba Rafa Nadal en una pantalla de televisión enorme. Su partido contra Federer se encontraba en esos momentos en el emocionante tercer set que el suizo logró ganar, para luego remontar completamente.

Llevábamos ya un buen rato viendo el partido, cuando se puso a llover en Londres. Ante la suspensión del juego, decidimos irnos a otro lado, ¡qué se va a hacer! Nunca se sabe qué pasará con la lluvia londinense: como viene, se va, ¿pero cuándo?

Así que fuimos a “Las Bravas” a tomar una tortilla con salsa, y luego a “El Abuelo” a tomar un par de raciones de gambas acompañadas de unas cañas de cerveza. Salíamos de allí en dirección hacia nuestra casa, cuando en un bar cercano vemos que el partido está terminando, y Rafael Nadal tenía una match ball. Le costó, pero consiguió el trofeo de Wimbledon.

Qué grandes jugadores, los dos. Qué partidazo.

Y con eso sí que nos fuimos ya hacia casa. Hicimos bromas sobre Rajoy: “verás como mañana dice que él es como Nadal, que le ha costado hacerse con el partido, pero al final ha obtenido lo que quería”, y sobre Zapatero: “Seguro que dice que juega así de bien al tenis porque España es un país cada día mejor”. ¿A que son capaces?

Verano

Esta mañana de resaca futbolera, que anuncia al menos un partido más para ver con emoción en casa, es también el primer día en el que estamos todos convencidos por aquí de que ya es verano.

En poco más de un mes llegarán mis vacaciones, el querido, anhelado, deseadísimo veraneo. Un poeta parnasianista francés, Théodore de Banville, que escribía cosas muy sencillas, decía del verano:

Il brille, le sauvage Été,
La poitrine pleine de roses.
Il brûle tout, hommes et choses,
Dans sa placide cruauté.

O sea (como diría el Reig):

Brilla el agreste verano,
El pecho lleno de rosas.
Abrasa todo, hombres y cosas,
En su plácida crueldad.

Juan Luis Panero escribió una vez sobre la noche de San Juan (como la que se acerca) y de esa especie de vértigo que entra cuando se mira al cielo estrellado en una noche calurosa:

Anticuado, interrogo las estrellas,
su desnudo, inapelable misterio,
mientras miro las llamas en la playa,               
en esta noche cuando empieza el verano.

Buscando por la red el poema de Panero me he encontrado otro de Borges, sobre el mismo tema:

El poniente impecable en esplendores
quebró a filo de espada las distancias.
Suave como un sauzal está la noche.
Rojos chisporrotean
los remolinos de las bruscas hogueras;
leña sacrificada
que se desangra en altas llamaradas,
bandera viva y ciega travesura.
La sombra es apacible como una lejanía;
hoy las calles recuerdan
que fueron campo un día.
Toda la santa noche la soledad rezando
su rosario de estrellas desparramadas.

Música, noches y poesía: puro verano. ¡Feliz solsticio a todos!

Las flamencas

Hay una canción de Jacques Brel que describe magníficamente un tipo de persona que no tiene nada que ver contigo y conmigo. Se trata de esas mujeres -que para Brel son de Flandes, pero que podrían ser de cualquier otro lugar (y también podrían ser hombres)- que no dicen esta boca es mía sin medir con cuidado lo que van a decir, sin sopesar con precisión qué beneficio obtendrán con lo dicho; son mujeres que no sonríen (¿para qué?), a menos que haga falta mostrar a los demás lo bien que se encuentran, y que sólo bailan si el guión lo requiere, no por pasar un rato alegre.

Son gentes con cabeza, personas sensatas, con los pies en la tierra, que no dan puntada sin hilo y que no dejan pasar ocasión alguna sin obtener algún beneficio. En general son muy desagradables, y a veces son nocivas. Disfrutan hablando mal de los demás y nunca se ponen en duda a sí mismas

Supongo que tiene que haber de todo, pero, ¿es necesario que de éstos haya tantos?

Os dejo la letra de la canción. Se llama “Les Flamandes” (la traduzco bajo cada estrofa):

Les Flamandes dansent sans rien dire
Sans rien dire aux dimanches sonnants
Les Flamandes dansent sans rien dire
Les Flamandes ça n’est pas causant
Si elles dansent c’est parce qu’elles ont vingt ans
Et qu’à vingt ans il faut se fiancer
Se fiancer pour pouvoir se marier
Et se marier pour avoir des enfants
C’est ce que leur ont dit leurs parents
Le bedeau et même Son Eminence
L’Archiprêtre qui prêche au couvent
Et c’est pour ça et c’est pour ça qu’elles dansent
Les Flamandes
Les Flamandes
Les Fla - Les Fla - Les Flamandes

Las flamencas bailan sin decir nada / sin decir nada en los domingos en los que suenan las campanas / las flamencas bailan sin decir nada / las flamencas no son parlanchinas. / Si bailan es porque tienen veinte años / y a los veinte años hay que comprometerse / comprometerse para casarse / y casarse para tener hijos. / Es lo que les han dicho sus padres / el macero y hasta Su Eminencia / el Arcipreste que reza en el convento, / y por eso, por eso bailan / las flamencas.

Les Flamandes dansent sans frémir
Sans frémir aux dimanches sonnants
Les Flamandes dansent sans frémir
Les Flamandes ça n’est pas frémissant
Si elles dansent c’est parce qu’elles ont trente ans
Et qu’à trente ans il est bon de montrer
Que tout va bien que poussent les enfants
Et le houblon et le blé dans le pré
Elles font la fierté de leurs parents
Et du bedeau et de Son Eminence
L’Archiprêtre qui prêche au couvent
Et c’est pour ça et c’est pour ça qu’elles dansent
Les Flamandes
Les Flamandes
Les Fla - Les Fla - Les Flamandes

Las flamencas bailan sin estremecerse / sin estremecerse en los domingos en los que suenan las campanas / las flamencas bailan sin estremecerse / las flamencas no son temblorosas. / Si bailan es porque tienen treinta años / y a los treinta años es bueno demostrar / que todo va bien, que crecen los niños / y el lúpulo y el trigo en la pradera. / Causan orgullo a sus padres / al macero y a Su Eminencia / el Arcipreste que reza en el convento, / y por eso, por eso bailan / las flamencas.

Les Flamandes dansent sans sourire
Sans sourire aux dimanches sonnants
Les Flamandes dansent sans sourire
Les Flamandes ça n’est pas souriant
Si elles dansent c’est qu’elles ont septante ans
Qu’à septante ans il est bon de montrer
Que tout va bien que poussent les petits-enfants
Et le houblon et le blé dans le pré
Toutes vêtues de noir comme leurs parents
Comme le bedeau et comme Son Eminence
L’Archiprêtre qui radote au couvent
Elles héritent et c’est pour ça qu’elles dansent
Les Flamandes
Les Flamandes
Les Fla - Les Fla - Les Flamandes

Las flamencas bailan sin sonreír / sin sonreír en los domingos en los que suenan las campanas / las flamencas bailan sin sonreír / las flamencas no son sonrientes. / Si bailan es porque tienen setenta años / y a los setenta años es bueno demostrar / que todo va bien, que crecen los nietos / y el lúpulo y el trigo en el prado. / Todas vestidas de negro, como sus padres / como el macero y como Su Eminencia / el Arcipreste que chochea en el convento. / Ellas heredan, y por eso bailan / las flamencas.

Les Flamandes dansent sans mollir
Sans mollir aux dimanches sonnants
Les Flamandes dansent sans mollir
Les Flamandes ça n’est pas mollissant
Si elles dansent c’est parce qu’elles ont cent ans
Et qu’à cent ans il est bon de montrer
Que tout va bien qu’on a toujours bon pied
Et bon houblon et bon blé dans le pré
Elles s’en vont retrouver leurs parents
Et le bedeau et même Son Eminence
L’Archiprêtre qui repose au couvent
Et c’est pour ça qu’une dernière fois elles dansent
Les Flamandes
Les Flamandes
Les Fla - Les Fla -Les Flamandes

Las flamencas bailan sin flojear / sin flojear en los domingos en los que suenan las campanas / las flamencas bailan sin flojear / las flamencas no flojean. / Si bailan es porque tienen cien años / y a los cien años es bueno demostrar / que todo va bien, que aún se tiene buen pie / y buen lúpulo y buen trigo en el prado. / Van a reencontrarse con sus padres / con el macero y hasta con Su Eminencia / el Arcipreste que reposa en el convento. / Y por eso bailan por última vez / las flamencas.

Señales de vida

Hola de nuevo. Aunque algunos, como Fétido, penséis que he tenido algún percance que me ha impedido escribir durante mucho tiempo en el blog, lo cierto es que simplemente he estado muy ocupada. Os comunico, por cierto, que mañana parto muy temprano a un viaje muy largo que me llevará muy lejos: primero a Manila, después a Abu Dhabi y Dubai, y por último a Kuwait. Bueno, eso es lo que tenemos previsto, a ver qué pasa. Menos mal que a finales de mayo la cosa se tranquilizará, y después llegará la jornada intensiva, y al fin las vacaciones estivales.

La semana pasada estuve en Varsovia trabajando. Tuve la suerte de poder darme una vuelta por el centro de la ciudad -reconstruido, como todo el resto, que fue destrozado como sabéis durante la funesta Segunda Guerra Mundial-. Os dejo algunas fotos del Stare Miasto, el barrio “viejo”: la reconstrucción es una obra de arte. El resto de la ciudad es casi moscovita: destacan el Palacio de las Artes y algunas otras obras soviéticas y constructivistas.

En fin, hablamos a la vuelta. Besos y abrazos.

Omar

Ayer me dio por invitar a Omar, un joven senegalés de piel oscurísima, a tomar algo. Vino a ver si podía colocarnos alguna película pirateada: sabe que siempre procuro comprarle alguna. La verdad es que me da pena.

Quiso tomarse una Coca-Cola. También se fumó un cigarrito. Nos contó, un poco en castellano, otro poco en francés y algo en inglés, que tiene veintidós años, que llegó a Tenerife hace un año y medio en una patera que compartió con ochenta y cuatro personas, y para subirse en la cual tuvo que pagar quinientos euros (una pasta). Nos contó que tiene un hermano en Madrid que ya tiene papeles, que antes de vender CDs trabajó en Málaga, pero lo estafaron y tuvo que irse sin cobrar por su trabajo (cuánto hache de pe hay suelto por ahí), y que su intención es quedarse en España de momento, y volver algún día a Senegal con una situación económica mucho mejor que la que dejó.

También nos dijo que es musulmán, y que reza en casa. Dice que no tiene tiempo de ir a la mezquita.

En fin, nos contó muchas cosas hasta que se levantó y se fue a seguir trabajando.

Nos pareció que es un valiente, y que nosotros nos hemos criado entre algodones. Yo siempre tengo miedo, él no parece temer a nada. No me da envidia su situación, naturalmente, pero envidio su fortaleza.

Pensamiento del año

Hay una espantosa persona a la que yo llamo La Chunga y que casi ninguno de vosotros tenéis la desgracia de conocer y menos de sufrir en directo. Le dedico un pensamiento sagaz y eterno:

“Cuanto mejor es uno, tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros.” Eso lo dijo Marco Tulio Cicerón (106-43 A.C.), escritor, orador y político romano.

Yo aprovecho para darle la vuelta y afirmar que “cuanto peor es uno, más fácilmente sospecha que los otros tienen malas intenciones”.

Es una pena, pero tengo comprobadísimo que todo es cierto.

Lectura desengrasante

Hay un tipo nuevo de “freakies” ahora que afirman que están intoxicados de tanta información como les llega, y que su cerebro ya no les da para más. Yo, que soy o he sido adicta a varias cosas, a esto desde luego no lo seré jamás, porque superada una cantidad determinada de información escrita o audiovisual acerca de un tema sociopolítico concreto, paso a otro asunto o bien me dedico a otro tipo de lectura, más amena, más inteligente a veces, y desde luego más placentera.

Ayer terminé de leer este libro de Rafael Reig:

Me ha gustado mucho: es inteligente, bondadoso, interesante, original y bien escrito. No sé qué más se le puede pedir a la ficción (contemporánea), así que os lo recomiendo vivamente. Esta mañana he vuelto a El Corte Inglés y he comprado un par de novelas de Eduardo Mendoza (¿os conté o no que me lo encontré varias veces en Damasco?) y otra de Reig (”Hazañas del capitán Carpeto”), la única que había disponible a simple vista del mismo autor. De todas maneras, esta tarde iré a la Casa del Libro, a ver.

Bueno, cuidado, que se me va la olla. Yo hoy he venido por aquí a hablar de mi libro, como Umbral. Porque a mí me pasa que los libros que me gustan los hago de mi propiedad -no física, entendedme: digamos “emocional”. Se establece un vínculo de cariño con lo recién leído, porque la lectura es sobre todo intimidad, y la intimidad une mucho, aunque también puede distanciar mucho… ya sabéis lo que pasa con la confianza.

Pues voy a seguir así una temporada, leyendo libros que me gusten y me diviertan, me entretengan y me hagan pensar cosas interesantes y extraordinarias. Estoy abierta a sugerencias.