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¿Rompemos la baraja?

Ayer me pasó algo terrible. Veréis: yo utilizo el gas butano para cocinar. Sólo tenemos una bombona, así que cuando se agota el gas que está dentro tenemos auténtica urgencia por que nos la cambien -a precios “populares”, por cierto-, y por desgracia los de Repsol sólo pasan por aquí a horas en las que ni Ángel ni yo nos encontramos en el domicilio. Así las cosas, hemos venido funcionando de la siguiente manera: dejábamos la bombona vacía a la puerta de casa, con el dinero que cuesta -y algo más para propinas- depositado bajo aquélla. Hasta la última renovación bombonera, no había habido ningún problema. Los de Repsol recogían el dinero, nos dejaban una bombona llena, y aquí paz y después gloria.

La última vez que dejamos la bombona alguien nos hizo una putadilla: se llevó la pasta y nos dejó una bombona usada -sin precinto- en lugar de la vacía. Eso nos supuso un problema, porque los de Repsol vinieron a cambiar la bombona y no encontraron nada. Nos dejaron una nota, en la que nos explicaban que habían venido a cumplir con su obligación y se habían quedado con dos palmos de narices. En fin, un precedente del que supongo que los butaneros tomaron nota, y no buena.

Ahora bien: lo de ayer fue peor. Dejamos la bombona a la puerta de casa, con el dinero debajo, como siempre, y yo añadí una nota: “Por favor, si no trabajan para Repsol no se lleven la bombona. Eso supone un grave problema, muchas gracias”.

Cuando llegué ayer del trabajo, me encontré con la misma bombona vacía, la nota había desaparecido… Y el dinero también.

Hay alguien por ahí que nos ha robado los 14 euros, y que ha imposibilitado que podamos tener una bombona llena. Nos ha dejado sin poder cocinar.

Me han dado un disgusto serio. Yo soy muy inocente, y nunca habría creído que hubiera alguien capaz de comportarse de esa manera. Estoy aún aturdida por esa maldad.

Todo lo que he podido hacer es dejar una nota en el portal. Dice así: “¡Cuidado! Aunque parezca increíble, en esta vecindad hay alguien que es capaz de robar el dinero para pagar una bombona de butano, causando con ello un grave perjuicio a una gente honrada que necesita tener ese combustible, y que debido a esta repugnante acción, se quedará sin poder cocinar hasta que se encuentre alguna solución. Esto es lo más desagradable que nos ha pasado en esta vecindad, y aún no damos crédito a que existan este tipo de actitudes insolidarias y despreciables.”

¿Qué? ¿Hasta aquí hemos llegado? ¿Rompemos la baraja?

Tina y Joan Baptista, músicos

Mientras escribo esta tontería, estoy escuchando sin parar -y alternativamente, claro- dos canciones a través de Youtube: “Proud Mary“, de Tina Turner, y “Clara“, de Joan Baptista Humet. La primera está viva, y coleando, pero el segundo, qué pena, ha muerto hace poco.

Me gustaría hablar de estos dos músicos hoy. Voy a empezar por Humet, que es al que menos conozco. Hoy he sabido que ha muerto, y me sabe mal no haberme enterado a tiempo, pero así son las enajenaciones mentales, te alteran mucho la agenda. En fin: A Humet lo recuerdo mucho, es cierto, pero también es verdad que hacía un montón de tiempo que no me acordaba de él. Me gustaba mucho en mi adolescencia -en la que en verdad yo adolecía de muchos y graves inconvenientes-, me parecía un hombre muy guapo (lo era), me gustaba mucho su voz, y me encantaba lo que decían sus canciones. Particularmente, recuerdo “Clara”. Me parecía un ejemplo de comprensión y empatía. Qué difícil era, en aquellos años 80, hacerse cargo de la debilidad de una persona enganchada por la droga, y de la horrible tortura que eso suponía. Me enternecía de verdad -ya os digo que era una tierna adolescente, pero, ¿acaso he dejado de serlo aún hoy?- que alguien trasmitiera la empatía que trasmitía él en esa canción, sin mostrar por ello ningún aire cursi, algo que era desgraciadamente habitual en los cantautores “no políticos” de la época, como Perales, Pablo Abraira y así. No, claro, no es Jacques Brel, nadie lo es ni lo ha sido, pero siempre me pareció un hombre notable.

Nunca entenderé bien por qué siento tanto la muerte de gente que nunca he tratado personalmente. No os creáis, es una jodienda. Con perdón.

La otra artista es Turner, Tina. El otro día me vi -me suena que por segunda vez, pero en esta ocasión en versión original- el biopic que cuenta sus muchas penas y escasas alegrías hasta que se divorció de Ike Turner, su descubridor, marido y torturador, “What’s Love Got To Do With It?” (”¿Qué tiene que ver el amor con esto?”). Tina lo dice todo en la introducción a la performance de “Proud Mary” que os he enlazado antes: “Right now I think you might like to hear something from us nice and easy… I’d like to do that for you, but there’s one thing, you see, we never ever do nothing nice and easy… We always do it nice, rough… We’re gonna take the beginning of this song and we’re gonna do it easy… But then we’re gonna do the finish… Rough, that’s the way we do!” (O sea: “Ahora supongo que queréis oír de nosotros algo agradable y facilón… Me gustaría hacerlo por vosotros, pero hay algo, sabéis… Siempre hacemos las cosas agradables, pero duras… Vamos a por el principio de la canción, y lo haremos fácil… Pero luego iremos a por el final… Duro, ¡así somos nosotros!”) En realidad, Tina habla de sí misma, tanto en esa magnífica, histórica, colosal introducción, como en la canción. Es una mujer dura, durísima, tremendamente fuerte. Tal y como aparenta, y cuenta, Tina es una mujer acostumbrada a la vida difícil, sabe como sobrellevar todo tipo de adversidades, cómo llevar una vida llena de inconvenientes y de castigos inmerecidos, y sin embargo -y esto es lo mejor- sabe cómo escapar de todo ello en cuanto tiene ocasión. Además, y en esto es todo un ejemplo de resistencia a la adversidad, Tina ha logrado salir del negro agujero en el que la tenía sumergida Ike, ¡y cómo! 

Con seguridad, gran parte de su mérito como resistente lo tenga su enorme, inmenso talento artístico. No hay más que prestarle algo de atención: Es una gran soulwoman. Ha nacido así. Le tengo una gran admiración, tanto por su obra musical como por su valentía personal. En lo que a mí concierne, es un modelo de persona. Alguien a quien seguir e imitar. Procuraré hacerlo, pero me sé y me confieso mucho más limitada que ella, en todos los aspectos.

Evidentemente por una dolencia aguda de egolatría, me gustaría que estos dos hubieran sabido lo importantes que han sido, y son, para mí.

Cuánto tiempo… Y cuántas cosas que contar

En efecto, ha pasado mucho tiempo desde que actualicé por última vez este blog. Parte de la culpa la ha tenido, no lo dudéis, mi nuevo juguete internáutico, el Facebook, que me divierte mucho y concentra todo mi tiempo libre, en sus dos modalidades: el que salpica aquí y allá de mis ratos ocupados, y el que me sobra a montones, cuando tengo el lujo de encontrarme en posición de descanso.

Posición que es precisamente la que me ocupa desde que regresé de Túnez… ¿Cuándo fue eso? A finales del mes de noviembre, eso es. Hasta que volví del país magrebí -el único de los tres del área que no conocía-, e incluso una semana más tarde, no he logrado zafarme del nivel de estrés al que había llegado mi psique, por circunstancias -laborales y en cierto modo también personales- que no vienen al caso, pero que me han dejado exhausta.

Y es que desde el mes de octubre he estado en un ay, en un no parar. Creo que ya puedo decir que, más o menos, estoy tranquila y todo anda sobre ruedas.

Ahora tengo un par de planes en la cabeza y una obligación -dulce y personal, no laboral- que cumplir.

El plan más inmediato es el viaje que estoy preparando, para pasar la Nochevieja en Dublín. Y algunos días más, claro. Me hace ilusión conocer Irlanda, espero que a Ángel también.

Me preparo también para volver al blog. Lo echaba de menos.

Venezuela (y III)

Además de lo que ya os conté acerca de mi viaje a Güiria (Sucre, Venezuela) y la Revolución Bolivariana, os diré que personalmente esta jira ha sido para mí una experiencia intensa, a ratos dificililla, pero en general inmensamente satisfactoria.

Ello se ha debido a la buena compañía que he tenido, tanto por parte venezolana como por parte española. De los venezolanos ya hablé el otro día, de los españoles prácticamente no, y merece la pena que lo haga.

El grupo español (”complutense”, podríamos decir) estaba formado por varios doctores y profesores universitarios (Jorge, Juan Carlos y Rafael), la brillante Sandra, jefa de TQM, la empresa de formación que me contrató, y la estupenda María Jesús, trabajadora de TQM que coordinó con excelencia el curso y me ayudó en todo momento, y con la que compartí habitación en el hotel “Chuchú”, en el que ambas nos alojábamos. Decidimos compartir habitación porque nos pareció la mejor solución para pasar los días que nos tocaba en Güiria. Fue una idea muy buena, porque María Jesús es una chica de muy buen convivir.

A Rafael y a Sandra ya los conocía, porque él es el tío de Ángel, mi marido, y Sandra es su mujer. Hemos tenido una larga relación a través de los años, pero ésta era la primera vez que nuestra relación se hacía profesional… Y no tengo ninguna queja de cómo ha ido el experimento. Espero que ellos tampoco.

A Juan Carlos (Monedero) lo conocía de vista, solamente. Es un hombre curioso. Parece mucho más joven de lo que es (tiene cuarenta y tantos años y aparenta treinta y pocos), no tiene pelos en la lengua, y aunque resulta bastante impertinente de vez en cuando, reconozco que tiene gracia, y seguro que también su atractivo para las chicas, a las que no dejaba de tirar flores (es un don Juan).

A Jorge Verstrynge (Vestringe) también lo conocía de vista, pero mucho más que a Monedero: durante años, mientras yo vivía en casa de mis padres, éramos vecinos. Conocí a sus hijos pequeños desde que eran bebés, y a él lo tenía muy visto. Es un tipo curioso. Muy curioso, de hecho. Me cayó bien, a pesar de lo complejo que resulta su pensamiento político, y me pareció un excelente conversador. Tuvimos una simpática cena con Jacques Brel como Leiv Motiv, que me dejó muy reconfortada.

Las dos charlas que dio Vestringe fueron estupendas, sobre todo la primera de ellas. Justo antes de que le tocara su turno docente, se fue la luz en todo el recinto en el que trabajábamos. La electricidad no volvió hasta que terminó su charla (yo hacía bromas con esto: esa misma noche, de madrugada, también nos quedamos a oscuras mientras tomábamos unos rones… yo pensé que Jorge se habría levantado a hacer pipí). Se tuvo que apañar con trasladar a todo el mundo a un aula pequeña en la que al menos entraba la luz del sol -abrasador- por los ventanales. La falta de aire acondicionado supuso un serio problema para todos, seguro que sobre todo para el ponente. Pero eso dio a la conferencia un toque caribeño, precario y un poco al estilo Carpentier.

No creo que olvide este viaje nunca. Por lo que ha tenido de distinto, hasta de extravagante.

“Welcome to Delta Caribe, have a nice day!”, decíamos en broma ante cualquier incidencia “tropical” que nos ocurría. Y con eso creo que hago justicia y resumen de esta hermosa y renovadora experiencia, que la verdad es que me gustaría repetir. Pero no se lo digáis a nadie.

What would you do I if sang out of tune?

No sé si recordáis esa maravillosa canción de los Beatles: “With a little help from my friends”. Es una de las que más me gustan de todas las que se han escrito. Y no sólo por su música, espléndida, encantadora. Sobre todo por lo que dice.

Su primera estrofa comienza así: “¿Qué haríais si desafinara? ¿Os levantaríais y me largaríais?”

O sea, si no hago lo que esperáis que haga,  ¿qué vais a hacer?

Ellos también tenían miedo, como yo y como tú, de defraudar al personal. En su caso, claro, el asunto era más peliagudo, porque tenían millones de personas pendientes de lo que hicieran.

Pero en realidad, esto es algo que nos pasa a todos, en mayor o menor grado. ¿Y si resulta que no soy quien créeis que soy? ¿Y si hago algo que desafine, algo no planeado, algo que os disturba, algo que no cuadra?

¿Qué vais a hacer? ¿Dejaréis de hablarme? ¿No me vais a querer más?

Caramba. Eso es la madurez, ¿no os parece? Llega un momento en el que una, o uno, debe plantearse que ha de ser tal y como es, sin molestarle ni preocuparle seriamente lo que sus amigos esperen de ella, o de él.

A mí hace años que se me ocurrió pensar eso.

Sin embargo, hasta esta noche no me había dado cuenta de que fue eso lo que Lennon se planteó cuando escribió esta maravillosa canción.

Y es que, en el fondo, muchos somos iguales. Todos no, claro, solo a grupos.

La salida de Ekaizer

Ocho meses ha durado la protosatrapía de Ernesto Ekaizer en el diario “Público”: Algunos recordaréis el mal presagio que me inspiró su llegada. Yo recuerdo el disgusto que me costó mi ignorancia y mi inocencia, al publicar con sinceridad lo que pensaba del caso en donde por lo visto no se me quería ni ver, aunque yo no lo supiera (idiota que es una). En fin, pelillos a la mar, no me apetece recordar ciertas cosas más de lo estrictamente necesario, ni es mi intención engordar más aún el Ego de C.P. a mi costa.

Pero vayamos a lo que realmente interesa. Es obvio que Jaume Roures se equivocó contratando a Ekaizer, se equivocó gravemente y que su llegada supuso un disgusto para la plantilla, o para parte de ella.

Del mismo modo que el 23 de enero me preocupaba por Ignacio Escolar, hoy me alegro por él y por el resto de la redacción, y como entonces me disgustaba la perspectiva de que “Público” se derechizase -como lectora-, hoy me satisface pensar que Escolar siga siendo de verdad el director del periódico, porque casi siempre estoy de acuerdo con lo que escribe en su blog.

Además, seguro que mi ya casi amigo internáutico Rafael Reig, siempre tan brillante y tan inteligente, a menudo admirable y con frecuencia divertido, seguirá colaborando en el periódico tan bien como lo está haciendo hasta ahora. Y eso también contribuirá en el futuro a que yo pase ratos agradables y satisfactorios.

Todo lo cual redunda en mi bienestar espiritual, que para mí es importante.

Muy gracioso, David Foster Wallace

El otro día me entero de su existencia, hace nada, es verdad, y porque me recomendaron un libro suyo (”Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer“), que si no ni por ésas. Sólo he leído el primer capítulo. Y encima gratis, on line (si os registráis en el NYTimes podréis hacer como yo, pinchando aquí).

La verdad es que lo leído -sé que demasiado poco sin embargo como para opinar en público- no me volvió loca. Sin embargo, confío en el criterio de un montón de críticos y literatos que opinan que Foster Wallace es uno de los grandes escritores estadounidenses.

Hoy me entero de que este canalla escéptico, criticón y depresivo, se suicidó el viernes pasado. Se acabó, ya no habrá más novedades de D. F. Wallace. Punto y final.

Y ahora, ¿cómo voy yo a la librería del Cortinglés o a la Casa del Libro a comprarme algo del recientemente fallecido Wallace? Me da vergüenza, no quiero ser ni parecer una de esas personas que sólo se interesan por los muertos recientes, cuanto más escabroso sea su final, mejor.

Muy gracioso, David Foster Wallace. A ver qué hago ahora.

El retorno

¡Hola! ¿Hay alguien ahí? No me sorprendería que nadie leyera hoy este post. No merezco nada mejor: soy consciente de que durante todo el mes de agosto he abandonado el blog, de la manera peor y más desvergonzada.

Pero tengo noticias: ya estoy aquí y vengo para quedarme. A partir de hoy, el blog volverá -poco a poco- a su actividad habitual, a la que tenía antes de que comenzasen mis vacaciones de verano. Que, por cierto, han sido tan cortas como se preveían cuando empezaron, pero divertidas y variadas, llenas de novedades que ya os iré contando.

Ánimo a los que como yo comenzáis el curso hoy -a 1 de septiembre y lunes-. En pocos días, ya estaremos habituados a la cotidianidad otoñal, y de ahí al invierno no hay más que un paso.

A todo esto, el verano se va despacito. ¡Si parece que fue ayer cuando llegó! En fin, sic transit.

Si es que hay alguien por ahí: ¡bien hallada o bien hallado!

Cantimplora

Por lo visto, los chicos que hacían la mili en contra de su voluntad decían que eran “Jeremías” cuando les quedaban “días” para licenciarse, y cuando les quedaban “horas” ya pasaban al rango de “cantimploras”. Estas rimas infantiles dan mucho juego si tu interlocutor es inocente, porque entonces pregunta: ¿Thomas? ¿Qué Thomas? (”un gin tonic, muchas gracias”).

La cosa es que si hasta ayer servidora era “Jeremías”, hoy soy toda una cantimplora: me quedan sólo unas horas para terminar el curso laboral 2007-2008. A partir de mañana se acabaron los madrugones, salvo contadas ocasiones, hasta el mes de septiembre. ¡Qué delicia! Casi no me lo creo, qué felicidad.

A lo mejor alguno os habéis fijado en que últimamente estoy incrustando vídeos de canciones italianas en el blog: se trata de irme haciendo al ambiente del viaje que comenzaremos el próximo lunes, porque tenemos pensado recorrer la Costa Azul y la riviera italiana (parte de la Liguria), atravesar la Emilia-Romaña para llegar a Venecia, y volver por la Lombardía. En total, doce días de travesía hispano-franco-italiana. Un viaje suculento.

Después me llevaré a mi madre a pasar unos días en Tenerife. En los dos viajes me acompañará mi sobrina Candela, que ya tiene once años y está deseando conocer Europa. A ver qué tal se lo pasa.

No sé cuándo actualizaré el blog, no prometo nada.

Espero que todos descansemos lo suficiente como para volver con ganas de enfrentarnos a la crisis y a las medidas que tome el Gobierno de ZP en contra de nosotros para contentar a los empresarios (ayer Solbes habló de nuevo -esta vez en el Congreso- de rebajar salarios y eliminar la cláusula de revisión salarial de los convenios: cuidado con lo que se nos viene encima).

Buenas vacaciones a los que las tengáis, y a los que no, paciencia y alegría.

Mis dibujitos

Ángel se ha empeñado en que os enseñe cómo dejo las hojas blancas que caen por mi mesa de trabajo. Éste es un ejemplo de cómo quedan al cabo de un par de días: