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A San Fermín venimos

Con la fiesta grande de Pamplona tengo un problema: me atrae y me horroriza, me causa espanto y devoción. Es como enamorarse de un mal hombre cuya mezquindad te hace daño, pero produce una irrestible atracción hacia sí. A mí eso no me pasa, ¡gracias a Ganesha!, pero con los sanfermines sí.

De toda la vida, además. Soy antitaurina absolutamente, y siempre lo he sido. Creo que las corridas de toros son repugnantes muestras de crueldad, espectáculos execrables que no veo el momento en que se prohíban. Eso implicaría sin duda que los sanfermines me parecieran también y enteramente algo indeseable.

No es así, sin embargo, o no totalmente. Es cierto que unos animales que se asustan porque hay dos pastores detrás con unos palos, y que se echan a correr sin poder evitarlo, no son peligrosos en absoluto, si uno no se empeña en que lo sean. Es verdad que no es agradable pensar en que los toros corren por las calles porque tienen miedo y quieren protegerse de toda esa turba que les grita y les golpea. Y por supuesto es horrible que esos pobres bichos acaben su vida siendo torturados en público mientras un montón de personas sin escrúpulos jalean a los asesinos.

Pero me gusta el rollo pamplonica, todo eso de los cánticos, los chupinazos, etc. No lo puedo evitar, lo confieso, es así.

De hecho, esta mañana he oído la retransmisión del encierro mientras venía al trabajo, y a poco suelto una lágrima cuando he oído a los mozos cantarle a San Fermín. ¿Tendré una pamplonesa dentro? ¿O lo que tengo es una guiri?

Premio “malparido del mes”

Es una lástima que la primera vez que este blog otorga este entrañable galardón, tengamos que repartirlo ex aequo entre estos cuatro indeseables asesinos de gatos:

Uno de ellos, el segundo comenzando por la izquierda, se llama Jaime Ferrero Ávila, y era hasta hace unas horas miembro de las Nuevas Generaciones del Partido Popular (cómo no) de Talavera de la Reina (Toledo). Es este señorito que sostiene un gato muerto:

Estoy convencida de que estas cuatro excrecencias encuentran muy divertido lo que hacen, y es muy probable que pertenezcan a algún club de caza. Hay que concienciar a los españoles de una vez por todas de que hacer daño a los animales no está bien, ni es divertido, ni es propio de gente civilizada y normal.

Por mi parte, si me encuentro a estos tíos por la calle no respondo de mis actos.