La ministra Aído

La creación del Ministerio de Igualdad me dejó fría: creo que es evidente que España es un país demasiado machista como para que el Gobierno no intervenga activamente para cambiar la situación, pero si todo lo que se le ocurría al Ejecutivo era ampliar la Administración -con altos cargos, que son los caros y los que no sirven para nada-, entonces habría preferido que las cosas siguieran como estaban. Estoy aún a la espera de acontecimientos, pero en los dos meses largos de su existencia este Ministerio sólo me ha dado muestras de que es otra campaña de márketing más de Zapatero.

La ministra Aído, contra quien por otra parte no tengo nada en particular, y que parece una chica despierta y con inquietudes variopintas, me parece sin embargo que tiene también un afán de notoriedad personal que no va a ayudar en absoluto a la causa que -supongo- cree defender.

A veces su originalidad no me disgusta. Aquello de hablar de “miembros y miembras” no me pareció mal, ni desde luego para tanto: ¿a qué viene ponerse así de purista con el castellano, como tantos se pusieron en aquel momento, y no preocuparse en absoluto del maltrato constante que recibe mi idioma por motivos mucho menos virtuosos? Mirad a esta malhablada, por ejemplo, cómo se pone. Estas indignaciones pseudo-académicas me producen náuseas, sobre todo cuando el fondo de la cuestión es tan serio como en este caso. Es cierto que no debería hablarse de “violencia de género”, sino de “violencia machista”, o algo similar, pero, ¿por qué en muchas ocasiones, cuando sale el tema de qué hacer para acabar con los asesinatos de mujeres por sus parejas o ex-parejas, lo que se oye muy frecuentemente es esta birria de discrepancia? Os diré algo: los que se preocupan por estas chorradas, que es lo que son al fin y al cabo, es que forman parte del problema, lo sepan o no.

Volvamos a la ministra de Igualdad: A pesar de lo dicho, hace un par de días cometió un grave error, que además la hace parecer imprudente y desconsiderada. Me refiero a sus declaraciones sobre los vestidos, pañuelos y velos que llevan muchas mujeres musulmanas y algunas mayas. Empezó bien: comenzó asegurando que «no todas las prácticas culturales tienen que ser protegidas y respetadas» y que las «que promuevan la desigualdad de las mujeres deben ser criticadas». Estoy casi de acuerdo, aunque voy más allá: creo que todas las prácticas culturales tienen que ser criticadas, al menos por parte de quienes las conocen. No creo en la institucionalización de nada, y sé que nunca llueve a gusto de todos. Por otra parte, es cierto que hay muchas prácticas culturales detestables y dignas de ser perseguidas: las hay que causan dolor físico y tortura psicológica a personas y animales; las hay que simplemente molestan a mucha gente; y las hay, cómo no, que condenan a muchos seres vivos a una existencia peor de la que tendrían en caso de que cierta “costumbre cultural” no existiera.

Lo que me jode es que Aído se pusiera iconoclasta exclusivamente con las culturas islámica y maya. No seré yo, atea de pro e independiente a más no poder de cualesquiera restricciones externas respecto a mi aspecto físico, quien saque pecho por costumbre ni religión alguna. De eso nada.

Me gusta la crítica, pero puesta a criticar, Aído debería haber comenzado por casa, por lo que mejor conocemos, lo que tenemos más cerca y lo que más nos molesta. Puesta a afear religiones y culturas, ¿por qué no habla también del estatus de las monjas respecto a los sacerdotes en la Iglesia Católica, la mayoritaria en España? ¿Por qué no le parecen graves las obligaciones que tenemos las mujeres occidentales, las españolas también, en lo que respecta a nuestro aspecto físico, y cómo eso influye en la posibilidad de acceder a determinados puestos de trabajo, o cómo eso es en demasiadas ocasiones determinante para que una mujer sea escuchada, respetada y atendida?

Es evidente por qué: Aído se fue a lo facilón, a la propaganda barata y a lo que ella suponía que sería políticamente correcto. También ahí se ha equivocado: le ha caído un chorreo bueno.

Me gustaría que este Ministerio de Igualdad sirviera para algo, lo digo con sinceridad. Pero también os aseguro que lo dudo mucho. Por no hablar de asuntos fundamentales, Aído no habla ni del derecho al aborto libre y gratuito, así que ya me diréis.

2 comentarios ↓

#1 Ángel on 06.27.08 at 11:34 pm

Y mientras tanto en mi trabajo, con un 50% de chicas más o menos, en el primer escalón laboral, jefes de departamento, el porcentaje se reduce a menos de un diez por ciento. En jefes de división. segundo escalón, a cero. Y directores, por supuesto, todo tíos.

Cierto que no se debe mirar su sexo sino su valía, pero de eso prefiero no hablar no vaya a ser que me lean y me echen.

Pero tampoco es plan de atentar contra la “libre empresa” exigiendo a los empresarios que respeten los derechos humanos. Eso sí que es una costumbre que está por encima de todo.

#2 Belen on 06.28.08 at 12:07 am

Coño, dilo, que te cambias de empresa por voluntad propia. Besitos.

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