Crisis? What crisis?

No sé si recordáis este álbum del grupo Supertramp:

Sus creadores lo llamaron “Crisis? What crisis?” (”¿Crisis? ¿Qué crisis?”). El LP se editó en 1975: la frase no es casual. Entonces, como siempre, todos los gobiernos del mundo fingían que no había ninguna crisis económica.

Ahora también, claro, el nuestro incluido. ¿Por qué lo hacen? Por miedo, por cautela, para prevenir males mayores (es mejor negar la evidencia que reconocer que hay un problema), para ganar tiempo, y sobre todo para que no les echemos la culpa de nuestras desgracias. Es una treta facilona, pero al fin y al cabo comprensible, y no me parece que sea para tanto.

En cambio, lo que me parecen indignantes son la mayoría de las medidas que el Gobierno de Zapatero anunció ayer que tomará, dice el presidente, para hacer frente a las dificultades económicas por las que pasa España. Convendría comenzar por hacer(nos) varias preguntas, para poder entender de qué va el Gobierno: (1) ¿A quién o a quiénes afecta en mayor medida la crisis?; (2) ¿tiene el Gobierno la obligación de atender más a quienes más lo necesiten?; y (3) ¿a quién o a quiénes pretende ayudar más el Gobierno con su famoso plan para superar la crisis? 

¿Habéis estudiado lógica? Mirad qué premisas resultan de las respuestas a dichas preguntas:

1) La crisis económica afecta en mayor medida a las personas que tienen menos recursos económicos.

2) El Gobierno [tiene la obligación de velar por el bienestar de todos los españoles (CE, Título I, Capítulo III), y atender siempre a quienes más lo precisen, luego en este caso] debe atender sobre todo a las personas que peor lo vayan a pasar en los tiempos difíciles que se prevén.

3) El Gobierno dio ayer claras muestras de que a quienes pretende ayudar es a los empresarios españoles. (Voy a esperar a la comparecencia de Zapatero de esta tarde para hacer mi valoración del conjunto de medidas anunciadas.)

Conclusión:

El Gobierno, una vez más, hace dejación pública de sus obligaciones hacia la ciudadanía.

La reacción generalizada ante la iniciativa gubernamental no ha sido, sin embargo, hacer notar la gravedad de lo expuesto, sino que por el contrario la mayor parte de los partidos opositores, así como la prensa en general, se han dedicado a explicar que se trata de un avance en la buena dirección, pero demasiado tímido. Se reprocha al Gobierno, en fin, que no sea lo suficientemente traidor con sus electores y con el pueblo soberano en general.

Todo lo cual me cabrea bastante, y me preocupa aún más.

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