La locura tibetana

“Señoras y señores,” dijo ayer Ana Rosa Quintana en Su Programa, “desde aquí quiero unirme al movimiento a favor del Tíbet.” Pues es lo que me faltaba, me dije: la incontestablemente valiente y luchadora A. R., como en su día hizo la gran intelectual y superviviente Karmele Marchante (la del “que te calles, Karmele”), se une también, arriesgando su puesto de trabajo y acaso su integridad física, al sacrificado movimiento mundial a favor del Tíbet. ¿Y Jesús Vázquez, que ha dicho? Que también, cómo no, que se une, que un momento que encuentre la pegatina, aquí está. No hay más preguntas, señoría.

¿O tal vez sí las haya? Parece que sí. La verdad es que no hace falta buscar mucho para encontrar serios artículos críticos con la gran importancia que se le está dando a esta -por otra parte, detestable- represión de las protestas tibetanas, en claro contraste con muchas otras atrocidades que ocurren en absolutamente todas las partes del mundo, incluida China por cierto, y de las que muchas veces son culpables gobiernos aliados económica, política y/o militarmente de los Estados Unidos, esos “campeones de la libertad y la democracia”, como los define con originalidad el Dalai Lama.

Lo que me quedaba por oír lo he escuchado esta mañana en el taxi: parece que George W. Bush está sopesando si ir o no ir a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, en protesta y repulsa por el conflicto tibetano.

Hace falta jeta y desvergüenza: no sólo porque los intereses económicos y empresariales estadounidenses en China son muchos y muy fructíferos desde hace cantidad de tiempo (y nadie ha hablado de perjudicarlos), sino porque entre los muchos que deberían recibir muestras de repulsa y desafección está precisamente el presidente de los Estados Unidos, y con él su Gobierno de caníbales fundamentalistas.

Pero bueno, qué más da, ¿no? Lo importante es hacerse el solidario con una pegatina universalmente bien vista, y a correr.

4 comentarios ↓

#1 Izaam on 04.09.08 at 3:20 pm

Lo has clavado, Belén. Cualquiera diría que hasta que no se han celebrado los JJ.OO. en China la represión en el Tíbet no existía. Cuánto hipócrtia suelto.

#2 Belen on 04.10.08 at 10:09 am

El que ha estado muy bien ha sido Obama: dice que el Gobierno estadounidense debería boicotear la ceremonia de inauguración de los Juegos en tanto el de China no deje en paz a los tibetanos, y… ¡atención, que esto es nuevo! ¡mientras no colabore para terminar con el genocidio de Darfur! Es el festival de los subnormales.

#3 Izaam on 04.13.08 at 5:22 pm

Como diría Trillo Figueroa (otro exquisito demócrata, como es bien sabido) “¡Manda huevos!”

#4 socioapatia on 05.01.08 at 5:11 am

Vaya, pensamos prácticamente lo mismo.

Te recomiendo éste post del blog de un periodista en China, hablando de la inutilidad del boicot.

http://chinochano.zoomblog.com/archivo/2008/03/17/no-al-boicot-olimpico.html

Un abrazo

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