El burqini

Hoy he sabido leyendo esta noticia de elpais.com, que existe algo llamado “burqini”, cuyo inocente uso ha dado lugar a una agria polémica ético-estética en un país indiscutiblemente liberal: Holanda. El burqini (no “burkini”, como escriben en el periódico) es un traje de baño ideado por la diseñadora australiana de origen libanés Aheda Zanetti, cuya empresa de modas está especializada en ropa deportiva para mujeres musulmanas. Éste es el aspecto que lucen algunas modelos con burqinis:

 

La propia Zanetti explica el origen de esta prenda: “Como persona activa a la que le gusta participar en actividades sociales y deportivas, me encontré con ciertas restricciones provocadas por las creencias culturales y religiosas. Según pasaban los años, me di cuenta de que hay mujeres que abrazan el Islam, y que por obediencia a la creencia islámica en lo referente a la modestia en el vestir, se ven obligadas a perderse cosas y a no tomar parte en las actividades deportivas que se practican en Australia. Teniendo en cuenta las implicaciones cotidianas de este asunto hoy en día, en Ahiida hemos visto la necesidad de hacer ropa deportiva especializada para la mujer musulmana.” Zanetti explica también las ventajas de los burqinis y del resto de prendas comercializadas por Ahiida: “Libertad: Libertad de elección para participar en cualquier actividad deportiva. Proveyendo ropa deportiva especializada a la mujer musulmana activa, se le dará la libertad de escoger la posibilidad de practicar actividades deportivas; facilidad: “fácil” es una pequeña palabra con gran importancia en la ropa femenina, que debe poder ponerse y quitarse sin complicaciones ni alfileres o lazos, o las mujeres no nos animaremos a llevarla. También es fácil de lavar y secar; comodidad: comodidad en el diseño y en las telas utilizadas para hacer confortables estas prendas, que son ligeras, no restringen los movimientos y cubren correctamente el cuerpo de forma muy modesta”.

La diseñadora entra también en los aspectos religiosos o ideológicos que subyacen al origen de estas prendas deportivas: “La apariencia de las mujeres musulmanas en el deporte siempre ha sido un asunto controvertido sobre el que la gente quiere saber y hablar. Cuando una mujer musulmana participa en una competición nacional o internacional, los primeros comentarios sobre ella se refieren al Islam, o a la manera en que se viste. Todos los ojos se posan en la apariencia de las mujeres musulmanas deportistas. Su aspecto debería ser modesto, y al mismo tiempo debería reflejar una orgullosa apariencia deportiva profesional. Proveyendo de la ropa apropiada a la mujer musulmana que cumple con sus obligaciones religiosas, culturales y deportivas, ayudamos a sacar lo mejor de la mujer musulmana, a probar que la mujer musulmana es un modelo a seguir por otras mujeres en el mundo, no un ser oprimido sin nombre y sin rostro.”

La obligación de la buena musulmana a vestir con modestia no es desde luego un asunto fácil, ni cabe abordarlo con razonamientos burdos y facilones, que trasluzcan xenofobia y nulo respeto por las culturas ajenas a la propia. Sin embargo, sí cabe darle vueltas al asunto y a sus implicaciones, pero abandonando en lo posible el punto de vista etnocéntrico. Mi opinión al respecto es que es una auténtica condena que el aspecto externo de las todas las mujeres del mundo sea siempre objeto de represión, debate, opinión, prohibiciones y obligaciones. La cantidad de cosas que tenemos que hacer las mujeres para evitar situaciones incómodas, miradas insolentes o despreciativas, comentarios impertinentes e incluso perjuicios laborales, económicos y sociales, son muchísimas, y de todas ellas tenemos que estar al tanto, si no queremos pasarlo mal por culpa del rechazo social. Hay que tener cuidado en arreglarse mucho o en arreglarse demasiado poco, hay que depilarse por doquier, hay que ir a la peluquería, hay que adelgazar, hay que engordar, hay que ponerse tacones, hay que ponerse velo, no hay que ponérselo, hay que ponerse biquini, no hay que ponérselo, hay que enseñar cacha, no hay que enseñar ni el tobillo… Es una auténtica persecución.

Me gustaría ir a tomar el sol sin nada encima, pero no soy capaz de hacerlo, y nunca lo seré. Sin embargo, me encanta ir a la playa y me encanta nadar, por eso entiendo perfectamente a estas mujeres musulmanas que se visten con su burqini, la única prenda que les permite bañarse cómodamente, sin pensar en el qué dirán o en el qué harán.

Asimismo me da pena, y no lo niego, ver a esas mujeres tapadas hasta arriba, y sé que la mayor parte de los hombres de sus familias no tienen ningún reparo en mostrarse en público en traje de baño, lo cual me cabrea mucho. Creo que las conclusiones de lo expuesto se extraen solas.

La prohibición de llevar velos y demás prendas musulmanas femeninas en las escuelas es, no sólo un atentado contra la confianza de las chicas que quieren llevarlas, sino también un elemento disuasorio para que esas chicas se integren con normalidad en la sociedad en la que viven.  Lo mismo ocurre con esto del burqini: en la piscina holandesa de la que echaron a dos bañistas que llevaban sendos trajes de baño musulmanes no sabían que lo que llevaban puesto eran prendas deportivas, por eso no aceptaban esa indumentaria en las instalaciones. Seguro que a partir de ahora ya ocurrirá raramente este problema en Holanda.

Sin embargo, ocurrirá sin duda en otros países no musulmanes… ¿Y quién sabe si no ocurrirá también en países musulmanes, si el responsable de las instalaciones deportivas o los usuarios que las utilicen son particularmente casposos, y les parece que los burqinis son demasiado atrevidos?

Todo esto es una tristeza, una injusticia perfectamente evitable, y una consecuencia más del muy extendido machismo, que en mayor y menor medida, con una u otra modalidad o gradación, existe en todas las partes del mundo. Como dijo una vez Yoko Ono, “woman is the neagger of the world”. Oh, yes it is.

6 comentarios ↓

#1 Fétido on 02.27.08 at 5:29 am

Pues anda que ya me jodería pillarme un melanoma por llevar la cara y los pinreles descubiertos…

Yo a lo clásico: el blanco de rayas negras horizontales de cuerpo entero de toda la vida.

#2 Belen on 02.27.08 at 5:53 am

Pues estarás bonito…

#3 Izaam on 02.27.08 at 2:43 pm

Un tema polémico sin duda, y muy interesante.

Por un lado, no puedo evitar verle el lado hipócrita y oportunista a la dichosa prenda. Por mucho que permita a la mujer musulmana ir a la playa o a la piscina (y eso, como bien dices, habría que ver dónde) me chirría que me lo vendan como un logro social. Soy más partidario de atajar los problemas de raíz, por aquello de eliminarlos definitivamente, aunque sea infinitamente más dificil que poner parches.

Pero es que el burqini éste me recuerda a la propuesta de la menestra de vivienda, de poner un buscador y regalar un par de chanclas a todos los jóvenes que buscaban piso. El piso seguirá inaccesible, pero oye, mira ¡Chanclas gratis!

No sé si me explico…

Por otro lado, prohibir por decreto el burqa y permitir el crucifijo de la 1ª comunión en un aula de una escuela supuestamente aconfesional, desde cuyas paredes Jesucristo Nuestro Señor nos vigila cual cámara de metro me parece el colmo de la hipocresía.

Pretenden eliminar una imposición arbitraria e injusta con otra. Y encima te lo venden como progresismo. Con un par.

#4 Belen on 02.27.08 at 3:00 pm

Naturalmente, Izaam, la diseñadora ha visto una oportunidad de negocio. Pero creo sinceramente que eso es lo de menos en este caso, tan complicado por otra parte. Fíjate en el éxito que ha tenido el burqini.

#5 Samuel on 02.27.08 at 11:46 pm

Montar un pollo por la prenda de marras tiene una intención innegablemente racista, además del machismo que subyace a que la polémica se centre, como siempre, en la imagen de la mujer (bien dicho, Belén). A mí me da igual cómo vistan esas señoras, sí así se sienten a gusto (por las razones que sea). No me voy a poner a criticar a una mujer por preferir llevar bañador en lugar de ir en top less. Ni mucho menos se me ocurre expulsarla de una piscina pública. Este tipo de prendas, como el hiyab, se han politizado tanto que que cada vez hay más mujeres que lo llevan, no porque se lo impongan sus padres o maridos, sino por pura rebelión política, como un signo de identidad cultural que se niega a aceptar el rodillo homogeneizador.

#6 Belen on 02.28.08 at 12:14 am

Efectivamente, completamente de acuerdo, Samuel.

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